La Isla del Sol

Tras la visita del Salar de Uyuni y aprovechando dos días libres que tenemos, nos vamos a visitar la Isla del Sol, antiguo lugar de residencia de verano para el emperador Inca y que fue empleado también para el culto y la observación astronómica.

La Isla del Sol es una tranquila isla llena de hoteles y restaurantes, que aparecen por doquier como una plaga, de la que los turistas sin duda tenemos la "culpa". Para llegar a la isla nos trasladamos en autobús a Copacabana.

De allí cogemos un barco que nos lleva a la Isla del Sol en una hora de navegación por el Lago Titicaca.

Basílica renacentista de Nuestra Señora de Copacabana, importante centro de peregrinación. 
Replica de un barco de totora, empleada por los incas para la navegación y fabricada con totora, una planta que crece en las orillas del lago Titicaca.  
Illampu y Ancohuma desde el lago Titicaca.
Mujeres dedicadas a labores tradicionales en la Isla del Sol. 
Pequeño puerto en la Isla del Sol. 
Jugando al futbol con un niño. 
Terrazas de cultivo en la isla del Sol. 


Paisaje nocturno y pueblos Peruanos en la costa del lago Titicaca. 
Amanecer en la Isla del Sol. El sol aparece tras el Illampu, venerado por los incas. 
Ruinas incas del palacio Pilkokaina, en la isla del Sol. 


 

Huayna Potosi

Tras regresar del Salar de Uyuni y con sus espectaculares paisajes aun en la retina, hemos recuperado las fuerzas y renovado las ganas de disfrutar de las alturas andinas y nos vamos a la cercana montaña del Huayna Potosi. Contratamos un transporte privado en la Paz, que nos lleva al paso Zongo. De allí comienza el pedregoso camino que sube al Refugio del Huayna.

La subida se hace rápidamente, sobretodo si ya se ha aclimatado previamente y al llegar al refugio, nos llevamos la sorpresa de que no sirven comidas, lo que resulta especialmente grave ya que no hemos cogido más que alguna cosa para picar... Al final apañamos la comida con unos guias Bolivianos a cambio de una vieja cuerda de 30 metros.

Vista del Huayna Potosí en la aproximación del paso Zongo. 
EL Huayna Potosí en el comienzo de la ruta. 
Pisamos nieve caída el día anterior. 
Refugio Campo Alto Roca, más arriba hay otro refugio de la agencia Huayna Potosí.. 



La tarde nos regala en el refugio bellas luces de las montañas circundantes. Temprano nos vamos a dormir porque mañana toca madrugar.


La luz del atardecer se apodera del Ilimani, que ascendimos días atrás.

 El despertador suena a las 4:00h y tras desayunar salimos para cima. El viento que a la noche a estado azotando el refugio ha parado y el ascenso se realiza por terreno bastante cómodo y se hace bastante llevadero. Comenzamos a sortear algunas grietas del glaciar pero la mayoría están aun bastante tapadas.

Tras hora y media caminando empezamos a intuir la luz del amanecer y nos acercamos a el paso más inclinado en el que hay una rimaya que sorteamos con facilidad.

 Pronto se hará de día.
Con las titilantes luces de la Paz al fondo.
 Huayna Potosí amaneciendo.




 En el tramo superior, la luz del sol ya calienta nuestra piel pero levemente, las noches aquí son muy frías. A la derecha de la imagen la pendiente por la que se accede a las palas superiores y la rimaya que hay que cruzar.

Sombras sobre el Huayna, justo bajo la última pendiente que nos lleva a la cima.

Y en el Huayna Potosí damos por terminadas nuestras ascensiones por Bolivia. Quedan otras muchas montañas allí, el Illampu, el Sajama, el Ancohuma ... ... tal vez en otra ocasión, ¡¡el mundo es muy grande!!.

Grietas en el descenso por el glaciar del Huayna.
Cara Este, con la vía francesa a la izquierda. A la derecha la cumbre principal.
Cementerio minero bajo el Huayna Potosí. 

Ritual de santería en el que se realiza una purificación del cuerpo y el alma, bajo el Huayna potosí.

Bolivia 3ª parte: Salar de Uyuni


En el Illimani hemos pasado mucho frío y nos apetece descansar y disfrutar de la bellezas de los paisajes de Bolivia, que es muy muy grande. Tras regresar del Illimani descansamos un día en la Paz y sin perder tiempo nos vamos al Salar de Uyuni, que como nos recomendó Javier, es impresionante.

El viaje Uyuni, para olvidar... 12 horas en un rudimentario autobús-cama nocturno, en el que la calefacción brilla por su ausencia. Las ventanillas se llenan de vaho rápidamente y conforme avanza la noche ¡¡se quedan completamente congeladas!!, quedando el autobús a temperatura glaciar.

El Salar es una pasada, digno de verse y por muchas fotos que ponga, éstas no le harán justicia. Desde la inmensa planicie salada, con su original isla del pescado llena de cactus centenarios, hasta el curioso desierto de Salvador Dalí, el árbol de piedra, el paisaje volcánico del volcán Ollagüe, las lagunas de flamencos con increíbles colores o los vaporosos geyseres de origen volcánico. Paisajes variados en los que se respira la absoluta soledad y la dureza del lugar, en el que solamente unos pocos animales sobreviven a la falta de agua y alimento y a las grandísimas variaciones térmicas.

Las locomotoras amontonadas y oxidadas en unas antiguas vías, nos hablan de un pasado en el que Uyuni fue un importante punto del transporte ferroviario de Bolivia, en su salida a la costa del Pacifico.

Este coche también vivió mejores tiempos y descansa  en el patio de una vivienda de Uyuni.

Pero el Salar es un lugar para disfrutar de los colores y dejamos la decadencia de Uyuni para adentrarnos en el salar y disfrutar de su mágico paisaje.

 En la inmensidad del Salar
 Llama en medio del salar
 Isla del Pescado
 Vista desde la isla
 Isla "oasis" del pescado 
 En el salar se pierden las perspectivas
 Junto al volcán Ollagüe
 Vicuña junto al salar
 En una de las lagunas
 Siempre rodeados de volcanes

 Flamenco
 Grupo de flamencos en la laguna hedionda


 Árbol de piedra
 En la laguna colorada, el agua se tiñe de rojo por la presencia de unos microorganismos que le dan su color
 En los vaporosos geyseres del "sol de la mañana"


Desierto Salvador Dalí 
Curiosas formaciones en el desierto Salvador Dalí 

Panorámica de la espectacular laguna Colorada