Boyan Petrov

Los últimos días han tenido un cierto sabor agridulce. Me ha pasado a menudo en el mes de mayo, que coincide con la temporada de expediciones al Himalaya.

Y es que al éxito de algunos amigos, como el de Javier Camacho con su reciente y exitoso ascenso al Everest (en estos momentos se encuentra bajando hacia el campo base), se unen pérdidas como fue la de Iñaki Ochoa de Olza en el Anapurna (cuyo Xº aniversario se cumple el próximo 23 de mayo) o la muy reciente del bulgaro Boyan Petrov en el Shisha Pangma.

Coincidimos con Boyan en el año 2010, en nuestra primera expedición al Pamir. Él se encontraba en ese mismo lugar ascendiendo el Pico Korgenevskaya y el Pico Ismail Somoni o Comunismo. Ese año no le conocimos. No llegamos a coincidir porque pasaba casi todos los días en la montaña.

Se hablaba de un todopoderoso búlgaro, que siempre estaba en la montaña y con el que nunca coincidimos. La gente no sabía a ciencia cierta donde estaba y recuerdo que en algunos momentos llegamos a pensar que habría desaparecido en la montaña y nunca aparecería.

Lo recuerdo perfectamente porque en esa temporada fue la primera persona en ascender tanto el Korgenevskaya, como al exigente pico Comunismo. Los demás fuimos unos días más tarde. Siempre guardé en mi memoria que ese año un búlgaro invisible que debía ser una bestia, había ascendido solo y abriendo huella esos dos 7000´s del "leopardo de las nieves".

Pero el destino quiso que nos volviésemos a encontrar y el año pasado, coincidimos con Boyan en el Gasherbrum 2. De hecho fue quien nos dio la bienvenida con una gran sonrisa al llegar al campo base después del trekking de aproximación. En el G2 Boyan también iba por libre... Nos echábamos las manos a la cabeza cuando lo veíamos caminar solo por el glaciar de los Gasherbrum. Se le veía muy seguro de si mismo, en una actitud que parecía un poco suicida, pero era su manera de ascender estas grandes montañas, en solitario y sin ningún tipo de ayuda externa. Era un tío fuerte de verdad.

Antes del intento general de ascenso a la cima del G2 él ya lo había intentado en solitario, quedándose a 150 metros de la cima. Abriendo huella desde abajo hasta arriba. Después de su ascenso bajó al base y recuerdo un incidente al darle un bajón de glucosa. Boyan era diabético y empezó a convulsionar mientras todos lo mirábamos sin saber que hacer. Después de unos minutos de impotencia absoluta en los que no sabíamos que hacer (y en los que yo pensaba que se moría allí mismo), se recuperó y nos explicó que era diabético y que si le llegamos a pinchar insulina, que es lo que pensamos inicialmente, lo matamos. Más vale que nos quedamos como auténticos gilipoyas sin hacer nada...

Ese año fueron pocas las personas que quisieron colaborar para equipar la montaña y Boyan fue una de ellas y equipó la banana entre el campo I y el campo II.

Después de su primer intento y casi sin más tiempo para intentarlo, consiguió llegar a la cima y compartimos el trekking de regreso con él. No llegamos a conocerlo mucho, pero un rato con él daba para ver que además de fuerte y duro, se trataba de un tío sincero y humilde de los de verdad. En el trekking sufrió otro ataque por un bajón de azúcar mientras dormía, pero esta vez ya supimos que hacer, ¡un buen chute de azúcar!.

Nos despedimos en Shaitcho, sin saber que sería la última vez que nos veríamos, por fortuna o por desgracia así suele ser. Ese otoño aún le dio tiempo de ascender el Dhaulagiri en su meteórica carrera de los ochomiles. Ya llevaba ascendidos 10 de ellos,  a priori los más comprometidos, en 9 años de ascensiones.

Antes de su expedición al Shisha Pangma contacté con él para intentar coincidir en el Himalaya el próximo otoño. Tenía por delante el Shisha Pangma y el Everest en primavera y el Khan Tengri y el Pobeda en verano. Sabía lo que eso suponía y sus palabras fueron que si conseguía sobrevivir a todas esas montañas, nos veríamos en otoño en Kathmandú... pero va ser que ya no nos veremos.

Después de dos semanas desaparecido en el Shisha Pangma, ya no hay esperanzas de encontrarlo con vida. Su desaparición ha conmovido a mucha gente que le conoció y de hecho se activó un rescate sin precedentes que incluyó el vuelo de helicópteros desde Nepal al Tíbet. Algo que habría resultado impensable antes, por ser una frontera completamente hermética. 

A pesar del esfuerzo no se le ha podido encontrar. Su pista se pierde entre el campo III y la cima del Shisha Pangma.

Aquí va mi pequeño recuerdo para él.

¡¡Vuela alto Boyan!!.









5 comentarios:

  1. Descansa en paz boyan... Gracias Ignacio por compartir parte de tu vida y vivencias....

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  2. Con diabetes y con dos cojones a la carrera de los ochomiles!! Ostras, qué tío más grande!!

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    1. Pues si Carlos... Sin duda un tío muy muy fuerte, pero la montaña es así. Por muy fuerte y bueno que sea uno, a veces la montaña se cobra su peaje. Abrazos!!

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