ADI (Quinto Real). Si algún día tuviese que elegir una montaña, probablemente me quedaría con el ADI. Para comprender esto simplemente hay que recorrerla una tranquila tarde de otoño como ésta.
En la cima podría pasar toda una eternidad.
La sencillez y quietud de su cima, sus verdes curvas, el vuelo de sus pajaros, la profundidad de sus bosques, todo ello es lo que hace detenerse el tiempo.
También es verdad que el ADI puede presentarse de otras maneras y algunas de ellas mucho menos bondadosas, pero es de ésta de la que se nos aparece esta tarde de otoño.



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